sábado, 25 de julio de 2009

YO TAMBIÉN QUIERO UNA FOTO DE DUDAMEL

Presentación 25 de Julio. Teatro Teresa Carreño, Caracas, Venezuela.
V Festival de Juventudes.

Más allá de una nostálgica noche clásica de música en el Teatro Teresa Carreño que volvía a aparecer entre tanto acto político, el ambiente eximía los límites de la ocasión: una taquilla vendida en su totalidad y con un público que hizo hasta 9 horas para comprar su entrada. Se trataba de vivir la gratificante experiencia de ver a uno de los hombres de mayor valor e importancia en el mundo de la música, se trataba de ver a Gustavo Dudamel.
Llegar al Teatro Teresa Carreño en carro es ser acosado por diferentes auto-nombrados “cuidadores”, uno no sabe cuál es la mejor opción, te van diciendo 30, 20, 10… y realmente la duda no debería ni presentarse, la mejor opción siempre será el estacionamiento oficial del Teatro. Estacionar.
Apareció en escena puntualmente, lo antecedieron los chicos pertenecientes a la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar y el pianista ruso Kirill Gerstein, quienes en conjunto se pasearon en un primer acto por la Sinfonía No, 2 para Piano y Orquesta The Age of Anxiety de Leonard Bernstein (1918-1990). Dudamel deja ver su virtuosismo y amor por la profesión y la música, permite independencia y exige dependencia a la vez, uno no termina de saberlo bien. Mientras, en el público se dejaban ver a algunos haciendo peripecias con sus teléfonos y cámaras, ocultas a la vista de los chicos de protocolo, tratando de capturar una fracción de la imagen del famoso director venezolano.
Aplausos para Dudamel, aplausos para Gerstein – quien ya cumplió su buena, mas no virtuosa labor -, aplausos a la Sinfónica.
INTERMEDIO, el cúmulo de gente que veo es una mezcla de entusiasmo snobista de muchos con el genuino reconocimiento de algunos amantes y conocedores de la música académica. Algunos bohemios. Ningún promotor de la revolución a la vista.
Empieza de nuevo la función, luces bajas, cálido ambiente se recrea diferenciándose del frío que reinó en el primer acto. De la pausa de Noche, la salida del Sol, el ascenso, la melodía empieza a tornarse la Sinfonía Alpina de Richard Strauss (1864-1949), cautiva el tiempo y cierra el círculo virtuoso de una Dirección aparentemente precisa, emocionante, sentida, conocida, y familiar para los jóvenes músicos. Cierre en Puesta del Sol, Paz, Noche.
Aplausos, público de pie, muchas cámaras a la vista, autofotos, fotos con Dudamel de fondo, 10 minutos de aplausos, Dudamel entra, Dudamel sale, Dudamel aplaude a la sinfónica, Dudamel voltea y nueva foto esta vez mirar al centro por favor. Entre los aplausos, y cada aparición de Dudamel, la gente pide el Mambo. Lo tocarán? No! Gratificante para la academia, decepción para aquellos que esperaban salir al ritmo tropical que tantas veces vieron en youtube antes de venir al Teatro. Por lo menos se llevan su foto de Dudamel.